Esto Dice Jesús: "yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por la ovejas, el asalariado que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y ellas me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil; también a estas las tengo que traer y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Por eso me ama mi Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido de mi Padre". (Juan 10,11-18)
Esto ¿Te gusta el nombre que tienes? Bueno quizás a algunas personas no les guste el nombre que le escogieron sus padres, no se tal vez porque le pusieron: Felicita Antonia Elí del Socorro y algunos hasta deciden cambiárselo, porque es muy largo, le hacen burlas, o suena feo. Sin duda que el nombre puede decir mucho de la persona, de allí la importante responsabilidad de los padres a la hora de escogerlos, lo que significa que no debería ser un simple capricho de moda. Yo en particular me siento muy complacido con mi nombre compuesto: José Daniel, que en su sentido etimológico significaría: Dios salva y justicia de Dios.
Cuando escuchamos el nombre de alguien, nos hace referencia a esa persona, a lo que es, a lo que hace, de alguna manera es una forma de conocerle, poseerle, de allí el gran respeto que el pueblo de Israel tenía al nombre de Dios en el Antiguo Testamento, al punto de no pronunciarlo pues no se sentían dignos como criaturas de dominar a su Señor. Recordemos el mandato de Dios al hombre, dominar la tierra y un signo claro de ese dominio era nombrar los animales, como pertenencia suya. Sin embargo Dios mismo revelará su nombre: "Yo soy", "Yhavé", "Elohim", "Adonay", fueron algunas de las formas en que se le llamó por lo que él era y representaba para el pueblo creyente.
Cuando el ángel Gabriel anuncia a María la encarnación del Verbo, le dice que le pondrá por nombre Jesús, pues él traerá la salvación a los hombres. Jesucristo el que se nos presenta este cuarto domingo de Pascua como el buen Pastor con el poder de dar la vida, la entrega en libertad pues tiene el poder de recuperarla. El se hace el Pastor para recoger en torno a él y a su Palabra a todo su rebaño, las ovejas que ya están y las que faltan por recoger, para que el lobo no les haga daño, quiere un solo rebaño y un solo Pastor. Pero también se configura en el modelo de todo pastor, pues su gran rebaño necesita muchos obreros que sean pastores en su nombre, para actuar en el poder de su santo nombre. Por eso nunca un sacerdote celebra los sacramentos en nombre propio, sino como dice el mismo rito inicial: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
Se nos invita entonces en este domingo a todos los pastores de la Iglesia: Obispos y sacerdotes a ser eso precisamente: PASTORES EN EL NOMBRE DEL SEÑOR, no simples asalariados que viven de la fe. Cuales serán las señales para ser esto:
-No abandonar las ovejas.
-Llevar a todas las ovejas a conocer la voz de Cristo.
-Fomentar la unidad del rebaño de Cristo, no su división.
-Ser capaces en el nombre del Señor de entregar la vida por su rebaño.
El testimonio de Pedro en el libro de los Hechos (4,8-12) evidencia a un pastor que no abandonó a aquel que le pedía su ayuda y por eso aunque no tiene nada que darle a nivel material, le da lo único que tiene: la salud en el nombre poderoso del Señor. No lo hace por dinero, ni por fama, más bien esto le cuesta la cárcel y el castigo, pero deja claro el testimonio que el prodigio ha sido en nombre de Jesucristo Nazareno a quien ellos crucificaron, porque no hay otro nombre dado que pueda salvarnos.
Ese es el pastor valiente que Cristo ocupa para confiarle su rebaño, el que actúa en su nombre, el que no tiene miedo de anunciarle y entregar su vida. De allí la importancia de la oración del rebaño, pidiendo al dueño de la mies que envíe obreros a su mies, suplicando por los que van en camino de formación y discernimiento a este gran paso, rogando por los ya consagrados, por su fidelidad, perseverancia y entrega alegre y generosa. Clamando al Señor porque como humanos está la tentación de ser solo asalariados que buscan puestos o privilegios; de caer en el deseo de la sexualidad; de no tratar a la comunidad con el buen modo, respeto y cariño con que Cristo le trataría; de no ser responsables y aplicados en las labores sagradas que se nos confían y muchas debilidades más. Solo la gracia de Dios que viene como respuesta a la oración confiada y perseverante del pueblo hará brotar y sostener la vocación de sus pastores.
Pero la misión de pastorear el rebaño no es una tarea solo de sacerdotes o religiosos, recordemos que en este gran rebaño, ustedes padres de familia, tienen una pequeña porción que guiar en el nombre de Jesús; también ustedes educadores en sus escuelas; también ustedes servidores de la comunidad, con sus grupos, asociaciones y movimientos; también usted en su empresa con sus empleados y compañeros; también usted en el grupo de sus amigos o en el vecindario en que vive. Todos hemos de colaborar para guiar a todo este gran rebaño al único y verdadero Pastor, Jesucristo el Señor.
La crisis vocacional no está solo hoy en un exobispo a quien le reclaman la paternidad de varios hijos, o en el sacerdote que falló a su celibato, o en el otro que tiene fama de platero, de aburrido, de malcriado o regañón. Sino en cada cristiano que se vuelve sordo a la voz de Jesucristo el buen Pastor y en cada vocacionado que falla a esa misión de padre de familia, dejando que el lobo haga estragos en sus hijos; al que como profesional no le interesa más que su sueldo sin importar las consecuencias morales que traiga su comportamiento a su vida o a la de los demás; el que hace su vida tranquilo en omiso silencio ante los problemas de sus amigos, vecinos, compañeros o sociedad en general, sin involucrarse, solo para gozar de simpatía y no complicarse su existencia.
Puede ser que ahora nos preocupe mucho la gripe porcina y está bien prevengamos todo riesgo, pero también prevengamos esa fiebre peligrosa de la mediocridad, el conformismo, la apatía, que muchas veces se respira en el rebaño de Cristo y la sociedad en general.
OH JESÚS PASTOR ETERNO DE LOS HOMBRES.
DANOS MUCHOS Y SANTOS SACERDOTES, RELIGIOSOS, RELIGIOSAS Y FAMILIAS CRISTIANAS.
Con el cariño de siempre P. Daniel.
Cuando escuchamos el nombre de alguien, nos hace referencia a esa persona, a lo que es, a lo que hace, de alguna manera es una forma de conocerle, poseerle, de allí el gran respeto que el pueblo de Israel tenía al nombre de Dios en el Antiguo Testamento, al punto de no pronunciarlo pues no se sentían dignos como criaturas de dominar a su Señor. Recordemos el mandato de Dios al hombre, dominar la tierra y un signo claro de ese dominio era nombrar los animales, como pertenencia suya. Sin embargo Dios mismo revelará su nombre: "Yo soy", "Yhavé", "Elohim", "Adonay", fueron algunas de las formas en que se le llamó por lo que él era y representaba para el pueblo creyente.
Cuando el ángel Gabriel anuncia a María la encarnación del Verbo, le dice que le pondrá por nombre Jesús, pues él traerá la salvación a los hombres. Jesucristo el que se nos presenta este cuarto domingo de Pascua como el buen Pastor con el poder de dar la vida, la entrega en libertad pues tiene el poder de recuperarla. El se hace el Pastor para recoger en torno a él y a su Palabra a todo su rebaño, las ovejas que ya están y las que faltan por recoger, para que el lobo no les haga daño, quiere un solo rebaño y un solo Pastor. Pero también se configura en el modelo de todo pastor, pues su gran rebaño necesita muchos obreros que sean pastores en su nombre, para actuar en el poder de su santo nombre. Por eso nunca un sacerdote celebra los sacramentos en nombre propio, sino como dice el mismo rito inicial: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
Se nos invita entonces en este domingo a todos los pastores de la Iglesia: Obispos y sacerdotes a ser eso precisamente: PASTORES EN EL NOMBRE DEL SEÑOR, no simples asalariados que viven de la fe. Cuales serán las señales para ser esto:
-No abandonar las ovejas.
-Llevar a todas las ovejas a conocer la voz de Cristo.
-Fomentar la unidad del rebaño de Cristo, no su división.
-Ser capaces en el nombre del Señor de entregar la vida por su rebaño.
El testimonio de Pedro en el libro de los Hechos (4,8-12) evidencia a un pastor que no abandonó a aquel que le pedía su ayuda y por eso aunque no tiene nada que darle a nivel material, le da lo único que tiene: la salud en el nombre poderoso del Señor. No lo hace por dinero, ni por fama, más bien esto le cuesta la cárcel y el castigo, pero deja claro el testimonio que el prodigio ha sido en nombre de Jesucristo Nazareno a quien ellos crucificaron, porque no hay otro nombre dado que pueda salvarnos.
Ese es el pastor valiente que Cristo ocupa para confiarle su rebaño, el que actúa en su nombre, el que no tiene miedo de anunciarle y entregar su vida. De allí la importancia de la oración del rebaño, pidiendo al dueño de la mies que envíe obreros a su mies, suplicando por los que van en camino de formación y discernimiento a este gran paso, rogando por los ya consagrados, por su fidelidad, perseverancia y entrega alegre y generosa. Clamando al Señor porque como humanos está la tentación de ser solo asalariados que buscan puestos o privilegios; de caer en el deseo de la sexualidad; de no tratar a la comunidad con el buen modo, respeto y cariño con que Cristo le trataría; de no ser responsables y aplicados en las labores sagradas que se nos confían y muchas debilidades más. Solo la gracia de Dios que viene como respuesta a la oración confiada y perseverante del pueblo hará brotar y sostener la vocación de sus pastores.
Pero la misión de pastorear el rebaño no es una tarea solo de sacerdotes o religiosos, recordemos que en este gran rebaño, ustedes padres de familia, tienen una pequeña porción que guiar en el nombre de Jesús; también ustedes educadores en sus escuelas; también ustedes servidores de la comunidad, con sus grupos, asociaciones y movimientos; también usted en su empresa con sus empleados y compañeros; también usted en el grupo de sus amigos o en el vecindario en que vive. Todos hemos de colaborar para guiar a todo este gran rebaño al único y verdadero Pastor, Jesucristo el Señor.
La crisis vocacional no está solo hoy en un exobispo a quien le reclaman la paternidad de varios hijos, o en el sacerdote que falló a su celibato, o en el otro que tiene fama de platero, de aburrido, de malcriado o regañón. Sino en cada cristiano que se vuelve sordo a la voz de Jesucristo el buen Pastor y en cada vocacionado que falla a esa misión de padre de familia, dejando que el lobo haga estragos en sus hijos; al que como profesional no le interesa más que su sueldo sin importar las consecuencias morales que traiga su comportamiento a su vida o a la de los demás; el que hace su vida tranquilo en omiso silencio ante los problemas de sus amigos, vecinos, compañeros o sociedad en general, sin involucrarse, solo para gozar de simpatía y no complicarse su existencia.
Puede ser que ahora nos preocupe mucho la gripe porcina y está bien prevengamos todo riesgo, pero también prevengamos esa fiebre peligrosa de la mediocridad, el conformismo, la apatía, que muchas veces se respira en el rebaño de Cristo y la sociedad en general.
OH JESÚS PASTOR ETERNO DE LOS HOMBRES.
DANOS MUCHOS Y SANTOS SACERDOTES, RELIGIOSOS, RELIGIOSAS Y FAMILIAS CRISTIANAS.
Con el cariño de siempre P. Daniel.