26 noviembre 2009

La invitación es: estar preparados

El tiempo transcurre muy de prisa, dentro de un mes ya habrá pasado la Navidad, por eso cabría preguntarnos:
¿Estamos preparados para celebrar esta Navidad?
Muchos podrían pensar, que esto se refiere, a haber recibido el aguinaldo, o tener regalos ya apartados en las tiendas, o pensar que decoración pondré, que cenaremos en noche buena....
Al iniciar este tiempo del adviento, la Iglesia nos invita a vivir a una preparación más profunda y trascendente, así nos lo aclaran los textos bíblicos de este primer domingo.

La primera idea que nos queda clara en esta Palabra, es que Dios siempre cumple sus promesas. Precisamente si celebramos la Navidad es porque Dios cumplió aquella promesa hecha a través del profeta Jeremías (33,14-16) El mismo profeta anuncia que Dios cumplirá la promesa a la casa de Israel, haciendo que brote un vástago legítimo, o sea un hijo bajo la ley, del tronco de Jesé, descendiente de David. Sin duda que en el pequeño Jesús asumido ante los demás por José como padre adoptivo legal, vemos la realización de esa promesa, cumplida como tantas otras en el Antiguo Testamento.
Al igual entonces hemos de creer que se cumplirá la promesa del mismo Jesús de que volverá, en la parusía, y le veremos venir lleno de poder y majestad. Ya no es el pequeño indefenso de Belén, necesitado de los brazos y alimento de María. Ni tampoco el enjuiciado, humillado y condenado a muerte cruel. Sino que con gloria infinita viene a realizar su juicio divino desde su misericordia. Mas no representa venganza u opresión para la raza humana pecadora, sino más bien la llegada de la liberación. (Lc 21, 25-28.34-36)

Sería hermoso que así como él nos ha hecho y cumple sus promesas de salvación, nosotros nos propusiéramos esperarlo como él lo desea: firmes en pie y con la cabeza alta. ¿Que significa eso? Sin miedo, ni vergüenza, habiéndonos preparado de la mejor manera para ese momento, el más decisivo de toda nuestra vida. Pienso que para lograr esto debemos tener claras, dos cosas:

-La confianza de que él es veraz y su promesa también, no solo de que vendrá, sino también de lo que nos ha traído. O sea la justicia y el derecho, lo que traerá paz y tranquilidad. Algo que necesitamos en este mundo día a día pues constantemente esto se ve amenazado, ese ha de ser nuestro deseo profundo en navidad, que ese reino de Cristo se instaure en cada familia y pueblo de la tierra. Encender cada domingo una vela de la corona del adviento es dejar que la luz de Cristo vaya creciendo en nuestro corazón. Y celebrar al Jesús Niño en el portal de Belén es reconocer que la gran promesa se cumplió trayendo la posibilidad de verdadera paz y justicia para todos, si lo dejásemos nacer en el corazón todos tendríamos el amor que nos fortalece y anima, que nos permite vivir según sus enseñanzas, que nos preparará para su vuelta definitiva. (1Tes 3,12-4,2)

-Lo otro, es la actitud de estar despiertos, alerta, preparados, para que no nos sorprenda embotados, ni por los agobios y problemas de la vida, que todos los tenemos siempre, ni por el vicio de la debilidad humana. Concretamente el Evangelio cita el caso de la bebida, sabemos lo que hace el licor en un cuerpo humano: adormece sus neuronas, aturde, excita las emociones, acelera la falsa alegría y ciega muchas veces la razón, dominándonos fácilmente cualquier impulso imprudente y hasta irracional. Hoy son muchas las personas que ni siquiera recordarán que pasó la Navidad anterior porque quizás su tanda empezó antes de noche buena y terminó hasta fin de año, igual hay muchos en la cárcel, en el hospital, tirados en su destino preguntando ¿qué fue lo que pasó? Esta semana me sorprendía una campaña de concientización social, aquí en Pamplona, donde todos los días están repletos los bares de consumidores de vino y cerveza, y los jovencitos hacen filas para cargar sus bolsas plásticas e irse el fin de semana de "botellón", como le llaman ellos. La campaña presentaba en varias plazoletas a jóvenes metidos dentro de una vaso gigante de plástico, con una leyenda que decía: "no te dejes atrapar por el licor". Ojalá que en esta Navidad, ni en ningún otro momento de nuestra vida, nos atrape nada que nos adormezca y no nos permita estar alerta y preparados al encuentro de Cristo, en la celebración de la navidad, en un momento lindo de espiritualidad, en el encuentro con un pobre o necesitado, en el respeto y cariño que debo darle a mi familia, en un acontecimiento extraordinario de la vida, o cuando le contemplemos lleno de gloria al final de los tiempos.

************

Antes de despedirme, quisiera pedirles humildemente su oración, primero por el eterno descanso de mi abuelo Elicio Vargas, quien falleció el fin de semana pasado, y por la paz de toda mi familia.
Y también por mi persona, ya que el próximo jueves estaré celebrando el decimoquinto aniversario de mi ordenación, para que el Señor siga animando esta vocación y ministerio a su servicio. Mi abrazo y saludo cariñoso a mis compañeros de ordenación: Javier Morera, Orlando Arce, Luis Arturo Chaves, Albán Arroyo y William Benavides. Lo mismo que a todos los demás compañeros de todo el país que los cumplirán en otras fechas. Que el Señor nos de la gracia de poder ser una pequeña luz para su pueblo santo.
Bendiciones.
Con el cariño de siempre,
P. Daniel



22 noviembre 2009

Celebremos la vida contigo abuelo




¡CELEBRA TU VIDA ABUELO!

Así como celebraron la vida don Leonte Vargas y doña María Araya (una de las bisabuelas que pude conocer muy pequeño) cuando nació aquel niño al que llamaron Elicio, pero que todo el pueblo conocería y nosotros mismos su familia trataríamos como el ABUELO LICHO.
Así, como vivimos contigo muchos cumpleaños, fiestas del 31 o de la Navidad, donde siempre tu alegría, optimismo y bromas nos animaban sin cesar.
Así como te buscaban cuando enfermábamos del estómago, pues con la manteca casera en mano quitabas todos los males de la pega, en medio de aquel incómodo dolor nos alegrabas de nuevo la vida.
Así como forjabas la tierra, tu trabajo, la familia, una sepa de apellido que orgullosamente llevamos, pues nos enseñaste que la grandeza del hombre está en la fidelidad a Dios y así mismo, mientras se le sirve a los demás.
Así tuvimos el regalo de Dios de renovarte junto a la abuela los votos matrimoniales de sus bodas de oro, dejándonos ambos un ejemplo maravilloso de vida familiar cargada de valores.
Así te vimos llorar en el dolor profundo por la muerte de la abuela María Dominga, tu querida esposa, de tu hermano Isaías a quien le fregabas siempre, pero había sido tu inseparable compañero de camino y a tu hijo Adalberto, (mi padre) tu primogénito de quien supiste hacer un hombre de bien.
Así como forjaste la vida y la familia, como orgulloso campesino, valiente honesto, honrado, dedicado a los tuyo y amigo leal.
Así te vimos envejecer, enfermar, desgastarse, olvidar y repetir muchas cosas, pero sin perder nunca tu paciencia y serenidad ante las limitaciones de la vida, deseoso de un final tranquilo y sereno como el que Dios te concedió.
Así te vimos ir quedando solo, entre los guayacanes de tu generación, lo que nos fue preparando irremediablemente a este duro momento que hoy vivimos.
Así celebramos hoy tu recuerdo, tu historia tu vida entre nosotros, lo que nos diste y nos dejaste, lo que grabaste en nuestros corazones.
Así hoy celebramos la vida que esperamos Dios te conceda en el cielo, este DOMINGO DÍA DE CRISTO REY . Ya no lo recibes tu a él como todos los domingos, en tu casa y en tu pecho por su forma sacramental, sino que ÉL TE RECIBE A TI EN SU REINO.

ABUELO CELEBRA LA VIDA EN LA ETERNIDAD CON DIOS. Y A NOSOTROS SU FAMILIA, PERMÍTENOS SEÑOR CON PAZ Y FORTALEZA SEGUIR CELEBRANDO LA VIDA, QUE NOS DAS.


19 noviembre 2009

Jesucristo Rey y Señor del universo



La fiesta de Cristo Rey fue instituida en 1925 por el papa Pío XI, que la fijó en el domingo anterior a la solemnidad de todos los santos. La Iglesia, ciertamente, no había esperado dicha fecha para celebrar el soberano señorío de Cristo: Epifanía, Pascua, Ascensión, son también fiestas de Cristo Rey. Si Pío XI estableció esa fiesta, fue como él mismo dijo explícitamente en la encíclica "Quas primas," con una finalidad de pedagogía espiritual. Ante los avances del ateísmo y de la secularización de la sociedad quería afirmar la soberana autoridad de Cristo sobre los hombres y las instituciones.
En 1970 se quiso destacar más el carácter cósmico y escatológico del reinado de Cristo. La fiesta se convirtió en la de Cristo "Rey del Universo" y se fijó en el último domingo del año litúrgico. Con ella apunta ya el tiempo de adviento en la perspectiva de la venida gloriosa del Señor.

El año litúrgico llega a su fin. Desde que lo comenzamos, hemos ido recorriendo el círculo que describe la celebración de los diversos misterios que componen el único misterio de Cristo: desde el anuncio de su venida (Adviento), hasta su muerte y resurrección (Misterio Pascual), pasando por su nacimiento (Navidad), presentación al mundo (Epifanía) y la celebración semanal del domingo. Con cada uno de ellos, hemos ido construyendo un arco, al que hoy ponemos la piedra angular. Este es el sentido profundo de la solemnidad de Cristo Rey del Universo, es decir, de Cristo Glorioso que es el centro de la creación, de la historia y del mundo.

Pío XI, al establecer esta fiesta, quiso centrar la atención de todos en la imagen de Cristo, Rey divino, tal como la representaba la primitiva Iglesia, sentado a la derecha del Padre en el ábside de las basílicas cristianas, aparece rodeado de gloria y majestad. La cruz nos indica que de ella arranca la grandeza imponente de Jesucristo, Rey de vivos y de muertos.

La Iglesia anuncia hoy llena de gozo que el Cordero degollado, al entregar su vida en el altar de la Cruz, reconquistó con su sangre preciosa toda la creación y se la entregó a su Padre, aunque sólo al final de los tiempos esa entrega será plena y definitiva. Al anunciar y celebrar hoy el triunfo de Cristo, nos llenamos de alegría y esperanza, sabiendo que Él nos llevará a su reino eterno, si ahora damos de comer al hambriento, y de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos......

Esta fue la respuesta rotunda de Jesús a Pilato. Aunque la respuesta completa fue ésta: “Pero mi reino no es de aquí”.
Pero si el reino de Jesucristo no es de este mundo, se inicia y realiza germinalmente ya en este mundo. Es verdad que sólo al final de los tiempos y tras el juicio final alcanzará su plenitud definitiva, pues sólo entonces triunfará definitivamente del demonio, el pecado, el dolor y la muerte.
Pero ya ahora, “el reino instaurado por Jesucristo actúa como fermento y signo de salvación para construir un mundo más justo, más fraterno, más solidario, inspirado en los valores evangélicos de la esperanza y de la bienaventuranza, a la que todos estamos llamados” (JUAN PABLO II.) Los santos como seguidores de Cristo han sido grandes sembradores de comprensión, justicia, amor y paz ,siempre y en todas partes. A pesar de sus debilidades y pecados.
“Jesucristo es Rey que hace reyes a sus seguidores coronándolos en el cielo.” (San Buenaventura)

¿Por qué, entonces, muchos se oponen al reino de Jesucristo? Porque es evidente que son muchos los políticos, escritores, artistas, creadores de opinión, ambiciosos del dinero y del poder, gente también sencilla, que gritan con sus voces y sus obras: ¡No queremos que Él reine sobre nosotros! Es fácil que en esta vida nos sieguen los reinos de este mundo y no miremos la luz de su verdad y de su amor.

Nosotros hemos de empeñarnos en lo contrario. Dejarle reinar en nuestra inteligencia, en nuestra voluntad, corazón y en todo nuestro ser. Hacer que reine en nuestras familias, amistades, lugares de trabajo y estudio, en toda la gente que se cruce en nuestro caminar.

“Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos” (Rm 14,9). La Ascensión de Cristo al Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos, y en la tierra. Él está “por encima de todo principado, Potestad, Virtud, Dominación” porque el Padre “bajo sus pies sometió todas las cosas”. (Ef 1, 20-22). Cristo es el Señor del cosmos (cf Ef 4, 10; 1 Co 15, 24.27-28) y de la historia. En él, la historia de la humanidad e incluso toda la Creación encuentran su recapitulación (Ef 1,10), su cumplimiento trascendente.


Tomemos los textos bíblicos de este domingo y oremos a nuestro Rey y Señor:
-Dan 7,13-14.

-Sal 92, 1-2.5.
-Ap 1,6-8.
-Jn 18,33-37.


>Señor de la vida a quien veremos venir en las nubes del cielo para juzgarnos en la misericordia. R/ Te rogamos oyenos.
>Hijo del hombre, que asumiste nuestra carne para entender nuestras miserias......
>Tu que te presentas ante el anciano omnipotente, como mediador nuestro.......

>Tu que tienes el poder real y el dominio eterno sobre todos los pueblos de la tierra.....
>Tu que has instituido un reino eterno de vida, de paz, de justicia y amor......

>Tu que reinas vestido de majestad......

>Tu que eres el testigo fiel, que nos ha anunciado la vida eterna y el amor del Padre.....

>Tu el primogénito de Dios, que nos has prometido que resucitaremos contigo....

>Tu cuyo principado supera todo reino de este mundo......

>Tu que has lavado nuestros pecados con tu sangre......

>Tu que cambiaste los trajes reales por oprobio y desnudez.....

>Tu que aceptaste un trono de cruz y no de mármol para redimirnos.....

>Tu que aceptaste ofensas y burlas en tu corona de espinas...

>Tu que nos buscaste privilegios ni honores sino servir.......

>Tu que haces de nosotros un reino sacerdotal.........

>Tu el alfa y la omega, pues todo tiene su origen en ti y tiende hacia ti como fin.....

>Tu que naciste y has venido al mundo para ser testigo de la verdad....

>Tu que nos invitas a conocer esa verdad y hacerla vida en nosotros.....

>Tu que nos haces parte de tu reino por el bautismo......

>Tu que nos invitas a ser constructores de tu reino con lo que somos y hacemos....

>Tu que nos invitas a vivir y a tratar a los demás según la dignidad de tu reino.

>Tu que nos regalaste muchos signos de tu reino......

>Tu que nos has dejado las huellas de tu reino, en tantos testigos, en la historia de la salvación.....

>Tu que nos esperas en tu reino celestial, donde nos has abierto el camino....

>Tu que nos has hecho reyes contigo, para disfrutar de tu realeza divina......

>Tu el rey eterno a quien queremos contemplar y alabar eternamente en la morada celestial....


El reino de Cristo es muy diferente a los reinos de este mundo, pero nos garantiza que es eterno, no como los de este mundo que han pasado y pasarán todos por igual. Dejemos a Cristo reinar en nuestros corazones y construyamos su reino entre nosotros, transparentando su vida en la nuestra.

CON EL CARIÑO DE SIEMPRE.
P. Daniel Vargas.

12 noviembre 2009

El final siempre nos asusta, pero no es más que una etapa del camino

Esta magistral obra de Miguel Ángel, ubicada en la capilla Sixtina del Vaticano, nos hace recordar, que así como todo tiene un principio, y desde la fe profesamos que es Dios, también hay un final y por ende para todo cristiano debe ser el estar con Dios eternamente.
Hablar del final de algo no es un tema que nos agrade, es más grato pensar en el inicio de cualquier cosa: un nacimiento, el inicio de un proyecto, el noviazgo o matrimonio que comienza, mi nuevo trabajo o el viaje que inicio.. pero es inevitable que en la vida, lleguemos a esta etapa del camino, su final.
¡Pero porque hablar de lo final si eso asusta, mejor vivamos el momento y ya! Precisamente la liturgia de este Domingo 33 del tiempo ordinario, nos presenta los temas escatológicos, o sea de las cosas últimas, pues estamos a punto de culminar el año litúrgico, el próximo domingo con la fiesta de Cristo Rey. Por eso se nos viene a recordar la importancia de no perder nuestro horizonte eterno, pues si precisamos bien cual es nuestra meta no nos perderemos en el camino.

TEXTOS BÍBLICOS:
-Dn 12, 1-3.

-Sal 15, 5.8-11.
-Hb 10, 11-14.18.
-Mc 13, 24-32.


Vemos como desde el Antiguo Testamento, ya el profeta Daniel anuncia la salvación del pueblo de Dios, la figura del arcángel Miguel, habla del poder y la justicia de Dios que traerá la esperanza a los sabios y justos que vivieron según el Señor por toda la eternidad. Por eso el pueblo de Yavhé busca en el Señor su refugio y liberación.
Ya con el Nuevo Testamento en las manos podemos entender desde la teología, que para que llegue esa salvación eterna deben preceder los temas escatológicos: fin del mundo, segunda venida de Cristo, juicio final, resurrección para la vida o para la muerte eterna.

Fin del mundo:

Esta es la imagen fatalista y llena de sensacionalismo con la que se nos anuncia el fin del mundo. ¿Será así solo miedo, terror y espanto? ¿Cómo si fuera la furia desencadenada de un Dios que reprimió su enojo hasta que por fin lo desata contra toda su creación pervertida?
Si leemos de manera fundamentalista este texto de Marcos y aplicamos su sentido literal pues así nos podría parecer. Y claro que calzaría con tantos profetas de desgracias o con tantas imágenes del desastre natural que a menudo vemos en las noticias y que se suscitan todos los días en la vida real.
El mundo hermosa creación de Dios tal y como lo conocemos llegará a su final, sin que nadie pueda precisar el momento preciso, quienes se han atrevido a profetizarlo concretando fechas y horas no han hecho más que el ridículo. Su final pasará, porque en la eternidad la materia, la forma, el espacio, el tiempo, aspectos que ahora son tan importantes, ya no lo serán. El mundo fue como el escenario que Dios nos hizo para vivir esta experiencia de vida mortal. Y precisamente como tenemos claro que un día todos tenemos que morir, de igual manera todo se acabará y no será ya necesario, la eternidad es con Dios en una realidad distinta llamada el cielo. Para una sociedad que confiaba tanto en los astros y los endiosaba, el evangelista deja claro, que son criaturas, subordinadas a su gran Creador y pasarán como todo lo demás. La gran tribulación previa supone que el camino de perseverancia hasta el final implicará dolor, sufrimiento, cruz.


Segunda venida de Cristo:



La parusía, o segunda venida de Cristo, nos refiere como dice el texto de Marcos a que veremos venir al Hijo del hombre, sobre las nubes con gran poder y majestad. Así como los discípulos lo vieron irse y perderse en las nubes en la ascensión, después de confiarles su misión, así volverá lleno de gloria. Una imagen totalmente distinta de la primera venida en la humildad de Belén. Ahora aparece magnánimo, cual rey eterno, para culminar el ciclo de su misión, que a la vez nos confió a nosotros su continuación en esta tierra. Por eso esta imagen no debe espantarnos como quien es sorprendido, pues nos lo había avisado y hasta nos recomendó estar atentos pues podría llegar cuando menos lo esperemos, como un ladrón. Es el que nos dijo que nos dejaba no como siervos que no saben lo que quiere su Señor, sino como amigos, a quienes les confiaba el anuncio y la construcción de su Reino. ¿Lo hemos anunciado y construido para ÉL? Será hermoso, si a su llegada le podemos ver con la frente en alto, cual amigo cercano que aunque le hubiese fallado, sabe que el amor de su amigo es más grandes que todos sus errores, por eso le añora y recibe con gratitud y ansiosa alegría. Aunque viene como juez eterno, sabemos que lo hará desde la justicia y la misericordia divina, pues retomará nuestras culpas lavadas en la sangre derramada por nosotros en la cruz. Su corona ya no es de espinas, ahora es gloriosa, la que no se marchita y quiere compartir con nosotros, como nos lo presentó la carta a los hebreos


Juicio final:
"Enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte." La palabra "juicio" nos asusta talvés más que la misma palabra "final". Pues nos pone de cara a un juez ante el cual no servirán recursos legales, ni estrategias de abogados, o simular inocencias si no existen. Es Jesucristo el Juez y Señor de la Gloria, que juzgará nuestras vidas. Nos han dicho que estemos preparados y sepamos leer los signos de los tiempos, ¿Ya sabes que le responderás, cuál será tu defensa? lo que nos preguntará es muy fácil: ¿Viviste el amor que te enseñé? o sea: diste de comer al hambriento, vestiste al desnudo, visitaste al enfermo o encarcelado, perdonaste de corazón...... Por eso hermanos más que un discurso de defensa, nos dice estás a tiempo, de cambiar tu estilo de vida, se menos egoísta, más servicial, más generoso, da lo mejor de ti a los demás y así en el juicio final te podrá decir: ven bendito de mi Padre.... valió la pena el haber derramado mi sangre por ti.
En nuestras dimensiones terrenas nos puede parecer difícil que pueda reunir a todas las personas de todo el mundo y de todos los tiempos, ven porque era necesario el fin del mundo tal como lo conocemos, todo será nuevo y posible para el que es perfecto y omnipotente.
Será un juicio universal (para todos sin excepción), pero también particular, pues nos juzgará a cada uno según nuestras obras, las que deben corresponder al haber sido redimidos y justificados en su sangre. Es Cristo que asumiendo a toda la humanidad en su sacrificio de amor nos presentará al Padre para la sentencia eterna. ¿Cuál podría ser esa sentencia, de condena o de salvación eterna? Vida perpetua o ignominia perpetua, los llamó el libro de Daniel.

Tratemos de descartar la opción del infierno:

Y sobre todo de esta típica y macabra imagen, que nos ubicó el infierno, como un lugar de castigo. Claro que sería un castigo no poder heredar la vida eterna para la cual fuimos creados, pues de Dios venimos y a él debe orientarse nuestra vida. Más debemos entender:
-que no es Dios quien nos castiga, pues su mayor deseo es nuestra salvación, sino que solo nos condenaríamos si nos obstinamos en el afán del mal en ves de seguir guiados por su gracia en el camino del bien.
-que no es un lugar medido por el espacio o el tiempo, sino que es un estado, o sea que fui creado para estar con Dios en la eternidad y no poder estar con él sería el peor dolor o castigo que se pueda imaginar, en la reflexión de la Iglesia se recurrió a la figura del fuego para simbolizar esa fatalidad. Esto sería la muerte eterna, pues fuera de Dios no hay vida, ni esperanza, ni bienestar alguno.
-Quienes estén o vayan ahí no nos toca a nosotros definirlo, solo Dios en su misericordia infinita conoce los corazones de cada uno, sus intenciones o sincero arrepentimiento.
Y ¿qué pasa si muero y no me encuentro en gracia con Dios, voy directo a los infiernos? Como decía sólo Dios puede juzgar el arrepentimiento real de cada uno, hasta el último momento, pero para reafirmar la idea de ese amor salvador y misericordioso de Dios la Iglesia profesa su fe en el purgatorio, como la posibilidad de purificar nuestras almas antes de ese juicio definitivo.
El diablo es la personificación del mal, nos representa la desobediencia plena de vivir no según Dios, sino según nuestro capricho malintencionado.


El cielo, la vida con Dios:

Cualquier imagen se nos queda corta, para poder visualizar que sería la eternidad, o la vida con Dios para siempre. Igualmente es un estado no un lugar. Talvés de niños nos quedamos con esa imagen romántica de nubes y angelitos tocando arpas. El cielo es la perfección, donde ya no hay limitación alguna de las tantas que vivimos en este mundo (tristezas, dolor, problemas, traición, angustia...). Todo lo que aquí nos parece hermoso se desvanece ante la perfección de lo que será el cielo. Jesús en su misterio pascual nos ha abierto el camino y nos hace vivir para siempre con él, en lo que Él llama la casa de mi Padre, es la figura más hermosa que nos hace sentir que retornamos al seno de la familia, a nuestro lugar de origen, a donde pertenecemos, después del peregrinaje por este mundo. Lo físico, lo corporal, que aquí tanto nos preocupa trasciende a lo espiritual. Lo material que tanto nos mortifica pierde todo su sentido. Allí hay alegría perfecta y paz.

Pensar en las cosas últimas, no nos debe llenar de miedo, sino reforzar la convicción de que vale la pena hacer bien el camino, así como el atleta que pensando en su meta hace su carrera de la mejor manera.
Tampoco pasemos de largo, como algo que quizás nunca pase o no tiene nada que ver con nosotros, pues parte de nuestra vida y de nuestra experiencia de fe.
No pasemos indiferentes como estos turistas ante lo que nos espera, pues Jesús el Rey Eterno nos espera para abrazarnos eternamente en su amor.


Con el cariño de siempre.
P. Daniel Vargas.













05 noviembre 2009

Generoso: el que da lo que tiene


Podríamos pensar que alguien muy generoso es quien hace una gran donación, poniendo la valoración en la cantidad de lo entregado. Pues desde la Sagrada Escritura podemos concluir, que no es ese el criterio, sino el desprendimiento o bondad del corazón. Moralmente hablando se pueden proponer algunos criterios de valoración:

>Dar con alegría.

>Por una buena causa.

>Dar lo mejor de si.


-Si seguimos la lógica humana, viciada hoy por el mundo materialista, se podría pensar que dar no es algo agradable, pues significa desprenderme de algo que me pertenece, me ha costado mucho adquirir y lo puedo necesitar para mi o los míos. Más si seguimos la norma evangélica que nos dice que "hay más alegría en dar que en recibir" entenderemos este criterio. Solo quien se deja impregnar por el Espíritu de Cristo puede entender esta lógica, y experimentar esa profunda satisfacción que da haber compartido con alguien, ojalá necesitado, algo de ti. La clave está en dar desde el corazón y no desde el bolsillo, darlo con toda la voluntad, la convicción y el deseo de hacerlo, la sensación de satisfacción interior es incalculable. Por eso cuando se nos obliga, lo hacemos por compromiso o es algo violentamente contrario a nuestro deseo, es imposible hacerlo con alegría. Algo así experimentaba días atrás, cuando descubrí en el saldo de una tarjeta bancaria, que habían sacado una suma de dinero, en compras hechas en una ciudad de España y que obviamente yo no había hecho. Descubrí que había sido víctima de lo que hoy se llama una clonación de tarjeta, pues una persona llamada en lenguaje cibernético un "hacker", no se de que manera pudo accesar a mi número de tarjeta, hace otra exactamente igual y se fue de compras en mi nombre. Posiblemente si me hubiera pedido ese dinero no se lo hubiera querido dar de buena gana, pero bueno a fin de cuentas lo tomó sin consentimiento de nadie pues así está la vida de corrupta y nos fascina el dinero fácil. Esta misma historia la hemos pasado 5 costarricenses en menos de un mes acá en Pamplona.

-La generosidad implica que se haga por una buena causa. Ahora que en Costa Rica está en pleno apogeo la campaña electoral, siempre toma relevancia el tema de las donaciones de campaña y la transparencia y honestidad que estas deben tener. Esto porque es fácil que muchas de esas famosas donaciones muchas veces lleven implícitas otras intenciones y compromisos políticos, muy ligados casi siempre a cuotas de poder e intereses comerciales de personas o empresas. La verdadera generosidad implica no solo el dar y con alegría, sino también el hacerlo por algo que pueda ser realmente útil, provechoso y que favorezca preferiblemente al bien común. No digo que la campaña política de un país no sea importante, o que no se necesite patrocinarla, pero me parece muy inmoral que se compre la conciencia y decisión política de un gobierno o funcionario público a base de regalías; o de igual forma que despilfarren millones de colones en una campaña poco provechosa, pues más que ideas solo se escuchan disputas, ataques y polémicas partidistas; y mucho menos si se gastará en la politiquería barata de compra de votos y promesas de campaña nunca cumplidas. Cuando damos algo por poco que sea y sentimos que fue para algo bueno llámese una teletón, una colecta especial, una ayuda solidaria, brota espontáneamente el gozo en el corazón.

-El tercer criterio de la generosidad es dar lo mejor de sí, el mejor modelo de esto nos lo regala este Domingo 32 del tiempo ordinario la figura de la viuda, tanto en el libro primero de los Reyes (17,10-16), como en el Evangelio de Marcos (12,38-44). La viuda de Sarepta, en una situación precaria de vida, entendida por el contexto social e histórico, donde la viuda no podía trabajar para su sustento ni el de sus hijos, solo podía mendigar la caridad. A ese personaje merecedor de compasión es a quien Elías pide que le de de comer, que desconsiderado y explotador podríamos decir, pues no, la intención de Elías es profética, pues nos da varias enseñanzas:
-Como dice nuestra sabiduría popular, a nadie le falta Dios. Una enseñanza clara de que Dios proveerá nuestras necesidades siempre si damos con generosidad: "ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó."
-Nadie es tan pobre para no dar, ni tan rico para no recibir. Desde su gran necesidad, ya casi conformista: "Voy a hacer una pan para mi y para mi hijo, nos lo comeremos y luego moriremos," esta viuda pagana se atreve a darle lo último que le queda al profeta de Dios, de alguna manera creyendo a su promesa de retribución.
-Esta enseñanza se verá plenificada cuando Jesús mismo nos prometa, que todo lo que se de a uno por ser discípulo suyo no quedará sin recompensa.
De igual manera en el Evangelio Jesús usará como modelo de caridad y generosidad a la viuda pobre que echó tan solo un par de monedas en las ofrendas del templo, descalificando a muchos que daban grandes donaciones con gran alharaca, pues lo hacían precisamente para figurar y desde lo que les sobraba. Mientras que esta pobre mujer ha dado todo lo que le quedaba para vivir. Con este episodio Jesús llama la atención a los escribas y fariseos que vivían una religión de mucha apariencia y figuración, pero su culto espiritual era realmente vacío. Pues lo único que buscaban era puestos de preferencia, lucir sus trajes y que les dieran reverencias. Pero en la vivencia de la justicia social explotaban a los pobres especialmente a las viudas. También hoy en nuestra sociedad, aunque la viuda puede aspirar a mejores garantías sociales de supervivencia, no faltarán muchos que quieran explotar o aprovecharse de su condición o vulnerabilidad emocional o social.
En la paradoja de la enseñanza de Cristo, se pone de modelo de generosidad a la viuda, justamente la que era el prototipo del más necesitado. Lo que nos lleva a pensar que nunca nuestras limitaciones humanas han de ser escusa para dar lo mejor de nosotros a los demás.

Que esta Palabra y la fuerza de la Eucaristía nos ayude para tener un corazón generoso, para dar y darnos a los demás. Pues la necesidad de muchas personas o proyectos sociales no es solo de cosas materiales como el dinero, sino muchas veces requieren de nuestra presencia, compromiso, asistencia solidaria, o simplemente nuestra oración.

Seamos siempre generosos y viviremos alegres, sabiendo que Dios providente nunca nos abandona, pues se entregó a si mismo hasta la última gota en su Hijo Jesucristo. Manos que dan generosamente, nunca estarán vacías.


CON EL CARIÑO DE SIEMPRE.
P. Daniel