25 agosto 2010

EL QUE SE ENALTECE SERA HUMILLADO Y EL QUE SE HUMILLA SERA ENALTECIDO.

DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO



En el Antiguo Testamento el libro del Eclesiástico propone como sabio consejo Divino la humildad, como la gran virtud humana, casi más valiosa que la generosidad. Con ella el hombre podría alcanzar el favor de Dios, su misericordia y su sabiduría. Y esa sabiduría que brota no del orgullo humano sino del mismo Dios le permitirá distinguir entre la verdadera sabiduría humana y no las falsas pretensiones o repugnancias del cínico, al que no se debe adular ni seguir.

Dios da la enseñanza a su pueblo de su predilección por los más pequeños, por eso el salmista recoge esa expresión manifiesta en los más pobres, huérfanos, viudas, cautivos y desvalidos como invitados a su casa y santa morada.

Precisamente la figura de un banquete, y en el contexto de una comida en la casa de un fariseo le permite a Jesús darnos su enseñanza de cómo algunos solo buscaban los puestos de privilegio y si hay otro invitado más importante sería una vergüenza ser corridos al último puesto. Todo lo contrario si no buscamos pretensiones, ni buscamos preferencias podríamos más bien ser gratificados y mejor reconocidos.

La frase célebre del Evangelio es más que clara: “Todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. Lo que nos deja claro que la presunción o aparentar más de los que somos, sabemos o tenemos, no es agradable a Dios y tampoco a los hombres. Veámoslo en la propia experiencia de vida, como nos sentimos ante alguien que solo presume y raja de lo que tiene o peor de lo que no tiene…

También el Evangelio es claro en cuanto al no hacer las cosas por recibir el halago social o la gratitud a cambio, por eso se dice que al invitar a una comida no lo hagamos solo con aquellos que nos agradan o a los opulentos que nos corresponderán igual, sino a aquellos que no pueden pagarlo o corresponderlo, eso sería verdadera caridad y la posibilidad de ser recompensados en el cielo.

Nuestra sociedad se guía mucho por las apariencias aunque muchas veces no sean ni ciertas, y pensamos que la calidad de un ser humano se mide por sus títulos, inversiones, bienes o por donde viva y lo que lleve puesto. Eso no solo desvirtúa la verdadera grandeza humana sino que empobrece la verdadera vida espiritual. Si algo nos enseñan muchos grandes santos es que su principal huella de santidad es la humildad: San Francisco de Asís, San Martín de Porres, la Madre Teresa de Calcuta etc... Hoy brillan como grandes luminarias de la fe, justamente por su sencillez y humildad. Y por supuesto el ejemplo pleno como lo enseña la segunda lectura es el mismo Jesucristo, que asume nuestra humilde condición humana, sin hacer alarde de su categoría de Dios.

El camino de la grandeza humana y del verdadero crecimiento espiritual del cristiano es la humildad, vivámosla en todas las dimensiones de nuestra vida, empezando por la vida familiar. Pidamos la humidad en todos los miembros del hogar para derribar así esos grandes muros de soberbia, orgullo, vanidad y presunción que afectan a la familia y su mejor realización social. Que nuestra familia sea cuna y escuela de humildad y sencillez para heredar a nuestros hijos la mejor enseñanza y armas para la vida.


Lecturas

Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (3,17-18.20.28-29):
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes. No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta. El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 67,4-5ac.6-7ab.10-11

R/.
Preparaste, oh Dios, casa para los pobres

Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor;
su nombre es el Señor. R/.

Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R/.

Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (12,18-19.22-24a):

Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,1.7-14):

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»

Palabra del Señor









De ustedes servidor.
P. Daniel Vargas.

18 agosto 2010

HAY ULTIMOS QUE SERAN PRIMEROS Y PRIMEROS QUE SERAN ULTIMOS.

Lecturas Domingo 21º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

Domingo 22 de Agosto del 2010





Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (66,18-21):

Así dice el Señor: «Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua: vendrán para ver mí gloria, les daré una señal, y de entre ellos despacharé supervivientes a las naciones: a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac, Tubal y Grecia, a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria; y anunciarán mi gloria a las naciones. Y de todos los países, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi monte santo de Jerusalén –dice el Señor–, como los israelitas, en vasijas puras, traen ofrendas al templo del Señor. De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas» –dice el Señor–.

Palabra de Dios.

Salmo
Sal 116,1.2

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R/.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.

Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (12,5-7.11-13):

Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: «Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos.» Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna corrección nos gusta cuando la recibimos, sino que nos duele; pero, después de pasar por ella, nos da como fruto una vida honrada y en paz. Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará.

Palabra de Dios.





Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,22-30):

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?»
Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir. "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, lsaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»

Palabra del Señor.



Con el cariño de siempre.
P. Daniel Vargas.

11 agosto 2010

LA ASUNCION DE NUESTRA MADRE AL CIELO



Lecturas Asunción de la Virgen María

Domingo 15 de Agosto del 2010

Primera lectura
Lectura del libro del Apocalipsis (11,19a;12,1.3-6a.10ab):

Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra. El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios.
Se oyó una gran voz en el cielo: «Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo.»

Palabra de Dios



Sal 44,10bc.11-12ab.16

R/.
De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir

Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir. R/.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. R/.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real. R/.



Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15,20-27a):

Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Crist o tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,39-56):

En aquellos días, Maria se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de Maria, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra del Señor





El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.

Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:

"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".

Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos en el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica responde a este interrogante:

"La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (#966).

La importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del Tercer Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección.

Más aún, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando "ex-cathedra". Y ... ¿qué es un Dogma? Puesto en los términos más sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios.

En este caso se dice que el Papa habla "ex-cathedra", es decir, que habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como creencia obligatoria de los fieles Católicos.

El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen Gentium 59, que a la vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma: "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte".

Y el Papa Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos:

"El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (JP II, 2-julio-97).


Con el cariño de siempre.
P. Daniel Vargas.

04 agosto 2010

¿QUÉ ES LA FE Y QUE IMPLICA EN NUESTRA VIDA?

DOMINGO 8 DE AGOSTO

XIX DEL TIEMPO ORDINARIO

Textos bíblicos:

-Sab 18,6-9. En la liberación de la Pascua el pueblo de Israel va conociendo la certeza, de la promesa de la que se fiaba.

-Sal 32.Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

-Heb 11,1-2.8-19. La fe es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve.

-Lc 12, 32-48 Donde está tu tesoro, allí está tu corazón.

Cuantos signos y expresiones de fe tan hermosos hemos visto en todo el país en torno a la madre de Jesucristo, nuestra Negrita de los Ángeles. Sin duda que a la mayoría de creyentes les mueve la fe en su corazón para dar esas muestras de amor a la hora de agradecer o pedir la intercesión de la madre del cielo.

La Palabra de este domingo viene a recordarnos que es la fe y como debe asumirse desde nuestra vida práctica, sus implicaciones concretas.

El libro de la Sabiduría, nos pone conceptos como fiarse, certeza.. En este caso es el pueblo de Dios que lo reconoce Señor, Creador y Libertador y cree que le cumplirá sus promesas. Las mismas promesas hechas a Abrahán, Sara, Isaac y Jacob y a todos sus descendientes, de quienes Dios conformó su pueblo escogido, y es dichoso por esa cercanía de su Dios protector.

La carta a los Hebreos se atreve a definir la fe como la “seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve”, que importante descubrir esto en medio de una humanidad tan marcada por su racionalidad y su autosuficiencia práctica. El hombre fácilmente cree en lo que ve, en lo que toca, en lo que puede entender o explicar de forma racional, lo que comprueba a través de un método científico o la tecnología actual. Pero a Dios y sus promesas de amor no lo podemos meter siempre en ese saco, de allí el orgullo y la prepotencia humana de tantos que prefieren ignorarlo en el ateísmo o en la indiferencia religiosa.

Muy en continuidad con el Evangelio del domingo anterior, el evangelista San Lucas nos invita a poner nuestra seguridad y confianza más en las cosas del cielo y no en las de la tierra, buscando nuestro tesoro en el cielo y no en nada de este mundo. En ese sentido se nos invita a ser buenos administradores de nuestras vidas, de los bienes materiales y de la vida de los demás en nuestras relaciones personales.

La fe por lo tanto no es solo esperar algo de Dios para la eternidad, sino también vivir la coherencia de esa fe en la forma en que vivimos y nos relacionamos con los demás. Por eso se nos invita a vivir con la cintura ceñida y las lámparas encendidas, como signo de estar preparados y en actitud de espera para el encuentro definitivo con Él.

El mes de la familia nos hace recordar en el primer encuentro en la importancia del diálogo familiar mientras vamos por el camino de la vida. Sin duda que hablamos de muchas cosas con la familia, amigos, compañeros y hasta desconocidos cada día, ¿pero dialogamos con ellos sobre nuestra fe y la confianza que podemos poner en Dios siempre?. Hemos de dialogar también sobre la convivencia familiar, de cómo nos tratamos y relacionamos en familia y si esto es coherente con la fe que profesamos.

No nos vaya a sorprender el Señor maltratándonos, con la agresión física, verbal, psicológica, sexual, patrimonial. Entendamos que la vida es un regalo de la que no podemos abusar creyéndonos más que los demás, para sentirnos superiores a ellos.

Caminando con Jesús por la historia de nuestra vida, revisemos que valor le doy a las cosas y a las personas en nuestra vida, y que clase de relaciones humanas estoy estableciendo con los más cercanos. Ojalá no sean de superioridad, de utilitarismo, de abuso, de agresión, de injusticia…

Si ya hemos podido conocer de Dios y de sus bondades, bendito sea el Señor, pero no olvidemos que él quiere seguir caminando con nosotros. Por eso quiere que le hablemos en el camino de todo lo que vamos viviendo, de lo que hace pesado o desanima en el caminar; de lo que lo estimula y alegra. Pero también quiere que hablemos entre nosotros, en sano diálogo reconstructivo de vidas y de la familia. A quien se le confía más se le exige….

Ojalá no te conformes solo con ese diálogo al interno de tu familia, Jesús nos invita a que lo abramos un poco más con los vecinos o amigos más cercanos. Seamos agentes misioneros, familias misioneras de la fe del Señor.

Bendiciones.


Su amigo y servidor.

P. Daniel Vargas.