SERIA MEJOR QUE SANTIDAD PARA NOSOTROS FUERA ALGO ASI:
Algo de vida y esperanza, compartir el camino de Cristo juntos, verdadera concretización del amor de Dios entre nosotros...
La santidad es la meta y plenitud de la vida espiritual. Santo en sentido pleno y absoluto solo es Dios, la santidad de la criaturas es siempre relativa. Los santos del cielo tienen una santidad plena, en el sentido de que han llegado a la máxima santidad alcanzable por el hombre, pero no absoluta pues esto le pertenece solo a Dios. La santidad en la tierra es siempre relativa e incompleta, pues es la propuesta en la que avanzamos todos los llamados a ella. Siempre puede crecer o aumentar según sea nuestra respuesta a Dios. Por eso decimos que es meta y camino. Es donde queremos llegar como especialísima invitación de Dios, pero que vamos haciendo día a día en la senda de la vida.
La santidad hace referencia a la acción de Dios en la vida de los hombres, o sea su gracia. Y a la vez al efecto de esa acción en la vida de los hombres, o sea los frutos que damos.
La santidad es una llamada universal, así nos lo enseña el Vaticano II en su documento Lumen gentium (luz de las naciones) núm. 11: "Los fieles todos, de cualquier condición y estado que sean, fortalecidos por tantos y tan poderosos medios, son llamados por Dios, cada unos por su camino a la perfección de la santidad, por la que el mismo Padre es perfecto."
Entonces no fue solo el privilegio de San Pedro, o San Francisco, o San Antonio, o Santa Marta, es la opción que tenemos todos los bautizados, mas aun podríamos decir la obligación que tenemos todos los que queremos seguir a Cristo, con toda nuestra libertad y voluntad. Cada uno en la condición de vida, en el momento de la historia y desde la vocación específica que Dios le haya dado. No tienen quisás que darse cosas sumamente extraordinarias, en la sencillez de la vida cotiadiana, en la entrega humilde y generosa de lo que soy y tengo puedo llegar a la realización plena de la vida cristiana: la santidad.
Este domingo 01 de noviembre celebramos la solemnidad de todos los santos, esta fiesta no hace referencia solo a la lista de santos canonizados, o sea reconocidos oficialmente por la Iglesia tras un exhaustivo proceso de análisis de su vida y de la acción de Dios en ellos y a través de ellos. Que dicho sea de paso he de decirlo con verguenza es un proceso sumamente caro y difícil de llevar en la Iglesia. Más bien la Iglesia celebra a los millares de santos y santas podriamos decir anónimos que muchos no conocemos, pero que después de una vida virtuosa a semejanza de Cristo hoy comparten su santidad plena en el cielo, aunque nadie les rece, o encienda una vela pidiendo su intercesión. Hoy también la Iglesia celebra esta llamada universal que todos tenemos y que se convierte en nuestra esperanza de vida. Esa es nuestra meta, no casarnos, ser sacerdotes, ser buenos papás, excelentes trabajadores, un joven ejemplar, buen músico, o deportista, magnífico catequista.. se trata de ser santos a través de esos caminos realizados, la meta es el cielo.
¿SERA MUY DIFICIL SER SANTO HOY?
Dejemos que la Palabra de este domingo nos lo responda:
>Ap 7,2-4.9-14.
>Sal 23, 1-6.
>1 Jn 3,1-3.
>Mt 5,1-12.
El camino de las Bienaventuranzas nos marcan el sendero hacia la actitud con la que los cristianos debemos vivir la vida. El santo no es aquella persona que hace cosas raras o diferentes a los demás, sino el que las hace con un sentido y una actitud diferente:
-Podrá ser santo hoy el cristiano que en la pobreza o la abundancia, administra sus bienes con un corazón libre de ambición y materialismo, sin poner en el su tesoro y con la capacidad generosa de compartirlo con los que menos tienen. Pues confía y se abandona en el Dios providente.
-Podrán ser santos si aun en medio del llanto o el dolor, se dejan consolar por el Señor, no se desesperan, sino que mas bien pacientemente esperan en él.
-Serán santos los que en medio de las injusticias de la vida no se revelan furiosos contra Dios, la vida o los demás, sino que buscan la justicia humana por vías correctas, pero sobre todo confían en la justicia del cielo.
-Lograrán la santidad si ante cualquier situación humana podemos ser misericordiosos como Dios, lo es con nosotros, sin caer en condenas, juicios o murmuraciones de los demás.
-Seremos santos si limpiamos nuestro corazón de todo lo que lo ensucia, como el rencor, resentimientos, la envidia, la lujuria, en fin todo mal pensamiento o deseo que no nos deje ver a Dios.
-Llegaremos a la santidad si trabajamos por la paz interior y exterior. Desterrando toda clase de violencia y sembrando por doquier respeto, tolerancia, comprensión, buen trato con todos.
-Incluso podríamos ser santos en medio de las persecuciones, calumnias o insultos, si no devolvemos la misma moneda, si perdonamos a quien nos ofende o nos hace daño, si nos atrevemos a rezar por ellos.
-Podriamos ser santos si tratamos de vivir como Cristo...
Es difícil? si mucho pero no imposible si la gracia de Cristo nos precede, oigamos a Juan: ya somos sus hijos amados y eso que aun no se ha manifestado plenamente lo que seremos. No seamos conformistas como los que piensan que ese es el privilegio o responsabilidad de unos cuantos, que es mejor ser uno más del montón que se conforman como cristianos de segunda. Algunos hasta se han atrevido a pensar que era solo un número reducido los capacitados o seleccionados para esto (144.000 decía el apocalipsis) esto no es más que un número simbólico que en el lenguaje bíblico significa una muchedumbre incontable, o sea toda la humanidad. Esta cantidad es un múltiplo de 12 y ya sabemos todo el sentido teológico que este número tiene en la Sagrada Escritura (12 Tribus de Israel, 12 apóstoles, 12 tronos en el cielo...) La llamada a la santidad es universal ya lo vimos.
En los primeros siglos el modelo de santidad eran los mártires capaces de dar la vida por ser fieles a Cristo, ante la persecución de los paganos. Luego cuando no hubo persecución la vida del cristiano se fue paganizando y relajando en todo sentido, por lo que el modelo de santidad se centró en los monjes, especialmente si se iban a vivir solos, como eremitas al desierto o en comunidad en los senobios y de manera absolutamente pobre y de abandono en Dios y en su providencia. Después se centró la opción de santidad en los obispos, sacerdotes, y religiosos consagrados. Se duró muchos años sin ver santos laicos. Hoy entendemos con claridad que la llamada es para todos sin excepción cada unos desde sus particularidades.
Optemos por la SANTIDAD, como el CAMINO que queremos llevar con Cristo, no importa si nunca nos llevan sobre una anda, nos ponen flores o nos mencionan en una lista, lo importante es que podamos ALCANZAR LA META: estar delante del Cordero, de pie ante su trono, con el traje de la gracia, alabándolo por siempre.
Alabemos a Dios por la cantidad de modelos de vidas a quienes hoy podemos, admirar, seguir su ejemplo y venerar en ellos la gracia de Dios manifestada en su historia. Ellos nos pueden ayudar con su intercesión, porque creemos en la comunión de los santos en esta Iglesia, peregrina, purgante y celestial. No los adoremos ni les pidamos milagros, eso le corresponde no a los santos de Dios sino al Dios de los santos.
Es posible que la fiesta comercial y nada cristiana del halowen y la conmemoración de los muertos del 2 de noviembre nos ahoguen esta celebración de los santos. No pongamos tanto la atención en una idea misteriosa de fuerzas extrañas, o pensemos que la vida acaba en la tumba y ya, habramos nuestro horizonte a la santidad que se va construyendo día y día y culmina en la etrnidad de Dios.
Con el cariño de siempre.
P. Daniel Vargas.