27 febrero 2009

Purificados en la Nueva Alianza


De niño recuerdo que me fascinó en un libro de cuentos la historia del Arca de Noé y dentro de todas sus lindas imágenes el majestuoso arco iris que aparecía en la última página. En su momento no entendí mucho todo lo que esto significaba, pues el arco iris en la realidad era para mi el camino que los duendes debían recorrer para encontrar un tesoro y que yo no debía señalar me decía mi mamá porque los duendes se perdían, se podrán imaginar que el malosín de Daniel el travieso siempre lo señalaba jajaja. Pues si los duendes se perdían tal vez yo lo encontraba algún día. Hoy entiendo que en el arca de Noé el arco iris representa el mejor de los tesoros.......

Cual tesoro, se preguntarán, pues el mejor de todos, el del AMOR DE DIOS QUE NOS PERDONA.
El relato del cap. 9 del Génesis más que una historia de carácter científico, que podría arrojar muchos cuestionamientos racionales y lógicos, nos relata una hermosa catequesis bautismal de la esperanza cristiana y que justo en el caminar cuaresmal anima el camino hacia la Pascua, la gran Noche donde es vencida la muerte y el pecado. Precisamente uno de los signos más importantes de la liturgia de ese día será el agua. Si el agua como la que se relata cayó en tal cantidad, durante cuarenta días, como el tiempo que viviremos la cuaresma, lo que provocó un diluvio que arrasó con la maldad del mundo. Osea de la mala respuesta que la humanidad creada por amor daba persistentemente a Dios. ¿Es que aparece entonces un Dios vengador y cruel que extermina su creación? Aparece el Dios que es capaz de rehacer un proyecto de bien aun en medio de la maldad y por eso la idea de rescatar a Noé y su familia, lo mismo que a todos los animales. Es el relato de una nueva creación, donde la maldad y el pecado han sido limpiados por el agua, así como el bautismo limpia el pecado original que universalmente mancha a la humanidad. Lo hermoso de la historia es que Dios hace un pacto a través de este signo de la naturaleza, con la hermosura que nos impresiona en la variedad de los colores del arco iris. Es un pacto con toda la humanidad y la creación y cada ves que este aparece cuando tras las nubes caen las primeras gotas, el Señor recuerda su misericordia que no quiere la muerte del hombre sino su salvación y por eso lo ha perdonado en el acto redentor de Cristo. O sea que el arco iris no solo es un espectáculo para nosotros, sino que es como un auto signo para el Señor. Es una alianza sellada con el arco iris, imagen veterotestamentaria de la verdadera alianza que será sellada en la sangre de Cristo el cordero degollado.
El salmo 24 nos hará recordar que las sendas del Señor son misericordia y lealtad precisamente para los que viven su alianza.
San Pedro lo reafirmará en la segunda lectura, pues así como unos pocos fueron salvados de las aguas del diluvio, así por el bautismo la humanidad es impetrada de Dios, por la resurrección de Jesucristo, dándonos nueva vida.
Sin duda que al sabernos rescatados a la nueva vida en Cristo por el bautismo se nos anima la esperanza de la vida en Dios. Pero a la vez brotará la permanente tensión humana de la tentación al pecado, ¿Cómo sentirme salvado en Cristo si constantemente me acecha la tentación? Precisamente el relato del Evangelio de Marcos, ciertamente mucho más preciso que otros evangelistas, nos anima este domingo. Pues ver a Jesús viviendo las tentaciones en el desierto, durante cuarenta días, presentado aquí como el lugar teológico donde se vence el mal y por eso su comparación con el tiempo cuaresmal, nos motiva a luchar también en nuestra vida con las mismas tentaciones. Si recordamos los otros relatos, Jesús es tentado en el placer, en el tener, y en la fama o camino fácil. Jesús entonces nos invita claramente este domingo a no tener miedo a la tentación sino a enfrentarla y vencerla con él. A fortalecernos en el camino de la conversión y ser parte de ese reino de Dios que él nos anuncia. A aprovechar este tiempo de cuaresma como un tiempo privilegiado para prepararnos a celebrar la Pascua y cuando en la noche santa renovemos con el agua bendita nuestras promesas bautismales, podamos disfrutar en el corazón el arco iris de amor que nos hace recordar la misericordia infinita del Dios que se hizo hombre para salvarnos con su muerte y resurrección.


20 febrero 2009

Preparémonos a iniciar la Cuarema motivados por la misericordia del Señor

De seguro nos estaremos diciendo: "de nuevo el miércoles de ceniza.... otra ves la cuaresma".
En la ajetreada vida que llevamos sin duda se nos pasan los días muy rápido e igual nos pasa con el año litúrgico. Pues si el próximo miércoles inicia el tiempo de la cuaresma, un tiempo especialísmo para disfrutar la misericordia inagotable de Dios. Precisamente la Palabra de este domingo es como el mejor aperitivo para este tiempo de gracia.

Desde el Antiguo Testamento el profeta Isaías nos invita a superar el mal recuerdo de un pasado doloroso, a borrar lo de antaño, el profeta nos recuerda como Dios olvida las infidelidades de su pueblo y puede hacer todo nuevo y mejor, como ríos en el desierto. Entonces porqué será que nos cuesta tanto a nosotros olvidar ese pecado del ayer, que machaca nuestra conciencia, que nos mortifica con el remordimiento y el reclamo constante en nuestro deseo de conversión. Será que él no nos ha perdonado, como creemos, o será que nosotros mismos no nos hemos perdonado y seguimos supurando por esa herida. Se trata de creerle a esa misericordia que lo hace todo nuevo. San Pablo nos lo dice a su manera en la segunda lectura, la Palabra anunciada por él, Silvano y Timonteo no fue primero un SI y luego un NO, Cristo mismo se hizo un gran Si para nosotros y en él todas las promesas reciben un SI. Es muy lindo hermanos pensar que mi pecado que es un NO a Dios él me lo ha devuelto como un Si, si te amo, si te perdono, si te doy una nueva oportunidad. A veces cuando alguien me repite sus viejos pecados y al preguntarle que porque lo hace, me dice que es que siente que Dios no se los ha perdonado, corroboro eso, nos cuesta mucho perdonarnos. Más creo que ofende más a Dios dudar de su misericordia que todos nuestros pecados juntos. Veamos esto en este hermoso Evangelio de Marcos, el episodio nos es bien conocido, ante la fama que crece sobre Jesús le traen a un paralítico en su camilla y lo descuelgan por el tejado, el que Jesús le sanara y le perdonara, genera una gran polémica, pero tratemos de sacarle miga a este texto: -Es una persona limitada, recordemos que en la mentalidad de la época esto es consecuencia del pecado, Jesús sanará su cuerpo, pero sobre todo sanará su alma al ofrecerle el perdón. Hoy la medicina y la psicología nos explican que lo que parece enfermedad física en muchas personas puede tener su origen en el conflicto interior de la culpa, por lo que si estamos en paz con Dios de seguro nuestra salud integral será más sana. -Necesita que otras personas lo lleven a Jesús y que en ves de ser obstáculos como muchos lo eran en aquel lugar, le acerquen hasta el Maestro. Dos consecuencias muy prácticas: a-Todos necesitamos de los demás, Dios puede usar muchos instrumentos para acercarte a él. No nos cerremos en el orgullo que nos hace pensar que podemos solos. b-Hay muchos que necesitan que le ayudes a cargar su camilla y poder llegar a Jesús. -Lo primero que hace Jesús no es sanarle, aunque pareciera que este era el principal objetivo que llevaban, lo que hace es perdonarle los pecados, lo que genera la reacción de los letrados y lo acusan de blasfemia. Curiosamente en la ironía de los letrados se manifiesta la verdad, puede perdonar los pecados porque es Dios. -Para dejar claro su poder amoroso, plantea la comparación según el grado de dificultad, obviamente es más fácil decir te perdono, que te sano levántate, más para aumentar la fe, hace que el paralítico se levante. Igual que se asombró aquella muchedumbre deberíamos asombrarnos nosotros, pues si hace esto con el cuerpo enfermo igual lo puede hacer con nuestra enfermedad espiritual, el pecado que nos tiene débiles, postrados, inválidos. Que no nos deja caminar en la paz, en la alegría y en la libertad que nos trae la gracia de la reconciliación. Creo hermanos que junto al signo de la ceniza, el color morado de la liturgia, la práctica del ayuno, la oración o la limosna, no debemos olvidar que la llamada a la conversión es el mensaje más fuerte de la cuaresma y el mejor medio para avanzar en ella es la reconciliación amorosa con el Padre. Muchos esperan a Semana Santa para buscar la confesión, creo que debería ser al revés, deberíamos reconciliarnos ahora para iniciar y culminar con él en la Pascua esta gracia de la vida y la santidad. Dejemos atrás nuestras camillas en la humilde y sincera confesión de nuestras culpas. QUE MARÍA LA PRIMERA REDIMIDA Y QUE UNE SU AMOR CORREDENTOR AL DE CRISTO NOS ANIME EN EL DESEO DE LA CONVERSIÓN.

13 febrero 2009

Limpiemos nuestras lepras

Hola, les cuento que he estado esta semana de descanso por Madrid, ayudando un poco en la parroquia del Carmen, Pozuelo de Alarcón, he podido compartir con mi hermano en el sacerdocio Oscar Sánchez, me encontré con mi primo Randall Corella Vargas, a quien le agradezco compartir este blog, él es periodista y esta haciendo una experiencia de formación y trabajo por acá, pues hemos podido disfrutar buenos momentos en Madrid y Toledo. También pude reencontrarme con Gustavo Avila y otros ticos que se están formando con los Agustino Recoletos y tienen su casa de formación en las Rozas (no es falta de ortografía así se escribe el nombre del lugar) cerca de donde estoy, con toda la comunidad de frailes celebré el jueves 12 la Eucaristía y pasamos un buen rato tomando café tico y haciendo remembranzas de nuestro terruño. Por lo tanto, como ven la he pasado muy bien y compartiendo con mucha gente querida. Además les cuento que estoy feliz y muy agradecido con Dios, pues mi hermano menor Jimmy y su esposa Yajaira me han participado de la buena noticia de que seré de nuevo tío, así que bendito sea Dios y desde ya bendiga al nuevo sobrino o sobrina. Un gran saludo de cariño y afecto en el día del amor y la amistad, para todos los que me honran con ese lindo sentimiento. El próximo lunes 16 regreso a Pamplona para retomar el estudio del segundo semestre.
Y ahora si me lo permiten quisiera compartir algo de la riqueza que la Palabra de Dios, este VI Domingo del tiempo ordinario nos regala.

Tal vez muchos solo sabemos de la lepra por lo que hemos leído o nos han contado, pues hoy es una enfermedad poco común y ya controlada médicamente hablando. Como lo podemos leer en el texto de Levítico (13,1-2.44-46), en el Antiguo Testamento tener lepra, implicaba una absoluta impureza ritual y comunitaria, ya que era altamente contagiosa y no se le conocía cura. Lo que implicaba aislarse de la familia, de la comunidad, tenían que vivir lejos del pueblo, ir proclamando su mal para alertar a los otros y por supuesto impedimento para vivir la fe con los demás. Esto hacía que el leproso fuera una persona rechazada y destinada a morir en el abandono y deterioro, físico y moral. Podríamos decir que estaban muertos en vida, sin esperanza.
Aunque toda la gente rehuía al contacto con un leproso, por miedo al contagio, es hermoso ver la actitud y el gesto que tiene Jesús con un leproso que sale a su encuentro. (Mc. 1,40-45)
Veamos la posición humilde y de abandono que tiene el leproso: "Si quieres puedes limpiarme". Es un hombre hundido en una desgracia, pero no envenenado de pesimismo ni de resentimiento, no exige ni reclama nada, sólo clama con sencilla confianza. Pero más conmovedora todavía la actitud de Jesús, siente lástima de él y lo toca, para que veamos que nunca es indiferente a lo que vivimos o sentimos, aunque todo el mundo nos diera la espalda, su compasión es fiel y por si eso fuera poco lo toca, lo que nadie se atrevía a hacer, lo toca y le dice: "Quiero, quedas limpio".
Cuantas nuevas lepras se podrían ver hoy en la sociedad, pues llevan al ser humano al mismo aislamiento social, a un impedimento para vivir plenamente la fe, a experimentar el rechazo muchas veces insensible de la sociedad y a veces hasta de los suyos más cercanos. Estas lepras modernas las puedo crear yo mismo con mis errores y encerrándome en ellas, me las pueden endosar otros con los prejuicios, o simplemente me las etiqueta una sociedad que a veces hace muy bien el doble juego moral, pues señalo y condeno las lepras ajenas pero no miro las propias.
En la lista de las neo lepras podríamos citar:
-El sida.
-Las drogas.
-Una orientación sexual distinta.
-Raza, color o procedencia.
-Religión diferente.
-Capacidad o necesidad especial en lo físico, psíquico o sensorial.
-Pobreza o ignorancia.
-Ser divorciado o madre soltera.
-Tener una ideología política distinta, o el simple gusto de una apariencia diferente.
En fin pueden haber muchas formas, no digo que todas sean justificables, o enfermedades comparables con la lepra, ni menos voluntarias, lo cierto es que muchas personas sufren el rechazo, la discriminación, el abandono. Pues olvidamos a la persona y solo vemos su lepra, como si se nos fuera a contagiar les apartamos, como si yo fuera juez y muy puro les condeno para estar moralmente por encima o verme mejor que ellos. Jesús no vio un leproso, vio un amado de Dios, sufriendo por la lepra, le habló, le tocó, le sanó. Quizás para limpiar nuestras lepras tenemos que empezar por querer ser limpiados, pensemos por un momento que circunstancias de mi vida, me están bloqueando una vida plenamente abierta a Dios y a los demás, dile entonces al Señor "si quieres límpiame". El salmo 31, nos invita a buscar al Señor como nuestro refugio y encontrar en el la liberación. Pero también sería oportuno pensar cuantas lepras les estamos endosando a otros con nuestras burlas, discriminaciones, juicios o rechazos.
Como la primera carta a los Corintios (10,31-11,1) nos lo enseña, debemos hacer todo para la gloria de Dios y no para el escándalo de los demás.
Que Dios nos de la gracia de proclamar sus maravillas como lo salió haciendo aquel leproso sanado, pues Cristo le había devuelto la salud, la vida, la felicidad, sin lepra ya era de nuevo valorado como persona.
CON EL CARIÑO DE SIEMPRE P. DANIEL.

06 febrero 2009

El trabajo del cristiano

Antes de iniciar la reflexión de esta semana quiero contarles que ya he terminado los exámenes finales de este primer semestre, muchas gracias a todos por su apoyo moral y espiritual, Dios les bendiga.

En la tan mencionada crisis económica que vive el mundo, uno de los aspectos más complicados es el tema del desempleo, despidos y cierres de empresas. Aquí mismo en España la cantidad de gente en paro como llaman acá ya supera los tres millones trescientas mil personas. Todos los días leemos en los periódicos u oímos en las noticias de la radio y la televisión que otras empresas cierran. Un tema bien serio para quienes están viviendo esta cruel realidad, pero que debe hacernos reflexionar a todos.
Justamente la Palabra de Dios de este domingo 8 de febrero, quinto del tiempo ordinario, (Si sacamos cuentas dentro de un año exactamente habrá elecciones presidenciales en mi querida Costa Rica, desde ya el Señor ilumine a los SERVIDORES DE LA PATRIA y a los ELECTORES, que igual responsabilidad tenemos todos) nos presenta este tema de manera interesante desde diferentes perspectivas.
-Job en la primera lectura (7,1-4.6-7) nos muestra un sentimiento muy humano como de decepción o frustración ante la vida, cuando esta no sale como la habíamos pensado, o por lo que nos habíamos esforzado, inclusive se compara con un jornalero o esclavo que solo espera su salario, pero la espera es pesada y poco optimista. Es creo la actitud de tanta gente desempleada o que busca desesperadamente un nuevo trabajo. En su corazón hay decepción, angustia, impotencia. Muchos en la tribulación llegan a tomar decisiones garrafales, como dolorosamente leía la noticia de una pareja de migrantes en Estados Unidos, ambos desempleados que optaron por quitarse la vida y hacerlo también a sus cuatro hijos, pues no encontraban una salida a su situación. Esto nos hace recordar, si tenemos que vivir algo así que la desesperación es la peor consejera, que el cristiano debe saber confiar en la providencia divina, aunque su paciencia sea histórica. Es recordar la bondad gratuita del Dios que alimenta las aves del cielo y viste a los lirios del campo y que mas hará con nosotros porque valemos más que eso. Como decían los abuelos no olvidar que a nadie le falta Dios.
-El Evangelio de Marcos (1,29-39) nos presenta la sanación de la suegra de Pedro, obviamente no fue por esto que Pedro negó a Jesús, como piensan algunos que no quieren a las suegras. Más que en la sanación física quisiera quedarme con la idea que nos da el evangelista:"Jesús la toma de la mano y la levantó, se le pasó la fiebre y se puso a servirles"
El trabajo del cristiano es el servicio y esto debe caracterizarlo en toda actividad o función que realice. Uniéndolo al tema que veníamos tratando podríamos pensar en tanta gente postrada por las fiebres modernas, veamos algunas:
-La fiebre del conformismo y la mediocridad, hago todo al mínimo esfuerzo, lo que hace que se vuelva tedioso, cansado y aburrido, hasta sin sentido, un verdadero yugo.
-La fiebre de la pereza, que nos lleva a posponer las responsabilidades y a dejar para último momento lo que es importante, generando mas estrés de la cuenta.
-La fiebre de la injusticia, que provoca que unos recarguen sus responsabilidades en otros, lo que suscita gran desigualdad laboral y no siempre las mismas compensaciones económicas o motivación, para todos.
-La fiebre de la burocracia, que alarga los trámites y prolonga los procedimientos en circunstancias a veces muy urgentes para sus beneficiarios.
-La fiebre de la corrupción, que impide que a muchos lleguen todos los servicios básicos que necesitan, o solo unos cuantos privilegiados sean los que se beneficien.
Si hoy tenemos un trabajito cuidémoslo, pero sobre todo pidamos al Señor que nos levante de esos aspectos negativos, que como una fiebre indispone a la persona a quien Dios ha dado el trabajo para su realización, para el servicio de los demás y para la construcción de un mundo mejor.
Pero el trabajo del cristiano no es solo la labor social de retribución económica, donde desarrollo mis capacidades y talentos, también debemos considerar el anuncio del Evangelio como una tarea asumida por Cristo y asignada a sus discípulos. Así lo vemos al final del Evangelio, como Jesús les pide irse a otras aldeas para predicar ahí, pues ha eso ha venido, aclara. Parece entonces que el trabajo de Cristo no era sanar gente, para eso dejará a los médicos, que deben hacer con mucho servicio y caridad esa labor. Más si ha sanado a la suegra de Pedro y a tantos más es para dejar claro que su misión es predicar la Buena Nueva y esto es un bien integral para el hombre.
De igual forma San Pablo en la segunda lectura (I Cor. 9,16-19.22-23) presenta la predicación como algo que para él es obligación - necesidad: "ay de mi si no anuncio el Evangelio". Es el oficio que le han encargado y su paga es el mismo anuncio. Que detalle más lindo este, el cristiano no debe hacer nada por el dinero o la recompensa que recibirá a cambio, sino por la alegría de poder hacerlo en el nombre del Señor. Cuando me iba a venir a España alguien me preguntó: ¿Si usted ahora va y estudia eso, cuando vuelva va a ganar más o lo suben de puesto? En la sociedad competitiva y materializada que vivimos los cristianos debemos trabajar en lo que hagamos, testimoniando con nuestra vida que hay más alegría en dar que en recibir.
¿Cuál es el trabajo del cristiano, salir a anunciar la Palabra de Dios a todo el mundo? si lo puedes hacer además de tu trabajo diario en buena hora, a todos los que puedas háblales del amor de Dios, pero sino por lo menos en la forma de hacer tu trabajo, que se vea la alegría y generosidad de dar lo mejor de ti, como una oportunidad que Dios te da y muchos, pero muchos hoy no tienen..
Volviendo a mis exámenes espero en Dios, que el resultado sea bueno, pues soy consciente de que en este momento de mi vida que no estoy en parroquia ni en ningún servicio diocesano, estudiar es mi trabajo y responsabilidad, aunque ha costado un poco sacar el herrumbre de 14 años de inactividad intelectual fuerte, pues he tratado de hacer el mejor esfuerzo posible.