Qué pensamos cuando vemos la palabra autoridad?
-En tu papá o tu mamá , que daba las órdenes en casa, las cuales no se podían discutir, bajo pena de castigo.
-En el trabajo que ejerce un ciudadano para imponer el orden social, aunque a veces abuse en sus métodos o aplicaciones.
-En el que dirige una empresa o nación, responsabilidad o poder que parece cegar a muchos en la ambición y deseo de perpetuarse en ese privilegio, pues lo usan no para servir sino para servirse a si mismos.(No me refiero a ningún gobernante latinoamericano en particular jaja)
Dios, creador de todo cuanto existe, confía la autoridad a los hombres no solo como una función personal o pública, sino como una verdadera cualidad fundamental para ejercer una misión o tarea.
Así entonces se podría definir la autoridad, no como el poder del que manda, grita más o impone sus criterios, sino como la coherencia moral de lo que soy y lo que hago. O sea que mi hablar y proceder calce con lo que soy o me han designado. Esto hará creíble mi responsabilidad y provoca una reacción positiva en los que me miren o escuchen.
Veamos algunos rasgos en la Liturgia de la Palabra de este IV Domingo del Tiempo Ordinario:
-Dt. 18,15-20. La misión de un profeta en medio del pueblo es hablar en nombre de Yahvé, lo que éste le indica. Y el pueblo debe escuchar la Palabra como propia de Dios. La investidura se la da el Señor, la autoridad procede de él.
Miremos entonces la misión que nos confía el Señor, pues en el bautismo nos ha hecho sus profetas. ¿Será coherente nuestra vida con esa condición - misión que se nos confió? ¿Anunciamos su Palabra con autoridad?
Mc.1,21-28. Jesucristo mismo al hacerse hombre, asume la misión del Padre y lo hace con una autoridad que no solo dice eficacia pues va a enfrentar y a vencer el mal, sino que también sorprende por la firmeza, integridad y coherencia en su proceder. Jesús es perfectamente coherente en lo que es, dice y hace. Y esto le trae respeto y admiración por parte de los que le escuchan sorprendidos, parece que este no era el modo habitual de actuar en muchas de sus autoridades o líderes, religiosos y políticos.
Debemos ver en Jesús una inspiración y una exigencia, pues la vida del cristiano en todo lo que hace debe ser una imitación de Cristo.
I Cor.7,32-35. Una fuerte invitación nos hace San Pablo a vivir en coherencia la vocación que cada uno tiene y a ejercer la autoridad que nos implica el llamado. Habla claramente a la vivencia matrimonial, familiar y también a la vida consagrada. Y podríamos sacar, porque no, alguna consecuencia a la función pública o vida social.
Hoy mas que nunca el mundo exige no simples discursos, sino autoridad verdadera para hacer creíble nuestra tarea social - eclesial. Si yo como sacerdote, predicara el amor, la paz o la alegría y vivo siempre amargado, gruñón, sin deseo de servir o conformado con hacer lo mínimo, mi discurso difícilmente sería creído. Así tampoco se le cree al anillo en un dedo o a tu palabra dulce, si no guardas verdadera fidelidad a tu pareja. No te creería tu hijo, al educarlo o reprenderlo si te ve mentir, robar, o usar un vocabulario inapropiado. No aceptará tu corrección tu compañero de trabajo o estudio en su mediocridad o corrupción si tu esfuerzo y testimonio no es mejor que el suyo. No se le creerá al político su discurso demagógico si su función pública es corrupta, deshonesta y poco justa, equitativa o solidaria.
Recuerdo a mi difunto padre cuando alguna vez le remitió el médico a la nutricionista y no quiso volver al ver que la señora pesaba unas cuantas (muchas) libritas de más. En lo personal me cuesta creer en el cristianismo de algunos, como el señor Obama por ejemplo, si usa la autoridad que Dios y un país le han dado para asesinar a los no nacidos, con las nuevas políticas abortivas que ha aprobado. Es difícil entender que no quiera presos ni torturas en Guantánamo o soldados muriendo en la guerra en Afganistán, cosas que me parecen justas, pero si la muerte de inocentes, que no se pueden defender. Es enseñanza del Magisterio de la Iglesia: "Todo ser humano desde su concepción hasta su muerte natural, posee el derecho inviolable a la vida y merece todo el respeto debido a la persona humana". (Donum vitae 1) Parece que el hombre sigue olvidando que por encima de las leyes creadas por el hombre, hay una ley natural, que no es más que la ley eterna de Dios y que podemos conocer por nuestra razón práctica, porque Dios mismo la ha puesto en nuestro corazón. Es su sabiduría divina en nosotros.
El mundo no nos creerá al hablar de Cristo o llamarnos cristianos sino somos coherentes con su doctrina de amor.
Ojalá como nos dice el salmo 94, que escuchemos la voz del Señor y no se nos endurezca el corazón. En lo personal, sabiendo de mis grandes debilidades y recordando el tema del domingo anterior sobre la conversión le pido al Señor me ayude para asumir con autoridad la tarea que me encomienda. Que Jesús Eucaristía nos anime y fortalezca a todos.
Bendiciones. P. Daniel.
-En tu papá o tu mamá , que daba las órdenes en casa, las cuales no se podían discutir, bajo pena de castigo.
-En el trabajo que ejerce un ciudadano para imponer el orden social, aunque a veces abuse en sus métodos o aplicaciones.
-En el que dirige una empresa o nación, responsabilidad o poder que parece cegar a muchos en la ambición y deseo de perpetuarse en ese privilegio, pues lo usan no para servir sino para servirse a si mismos.(No me refiero a ningún gobernante latinoamericano en particular jaja)
Dios, creador de todo cuanto existe, confía la autoridad a los hombres no solo como una función personal o pública, sino como una verdadera cualidad fundamental para ejercer una misión o tarea.
Así entonces se podría definir la autoridad, no como el poder del que manda, grita más o impone sus criterios, sino como la coherencia moral de lo que soy y lo que hago. O sea que mi hablar y proceder calce con lo que soy o me han designado. Esto hará creíble mi responsabilidad y provoca una reacción positiva en los que me miren o escuchen.
Veamos algunos rasgos en la Liturgia de la Palabra de este IV Domingo del Tiempo Ordinario:
-Dt. 18,15-20. La misión de un profeta en medio del pueblo es hablar en nombre de Yahvé, lo que éste le indica. Y el pueblo debe escuchar la Palabra como propia de Dios. La investidura se la da el Señor, la autoridad procede de él.
Miremos entonces la misión que nos confía el Señor, pues en el bautismo nos ha hecho sus profetas. ¿Será coherente nuestra vida con esa condición - misión que se nos confió? ¿Anunciamos su Palabra con autoridad?
Mc.1,21-28. Jesucristo mismo al hacerse hombre, asume la misión del Padre y lo hace con una autoridad que no solo dice eficacia pues va a enfrentar y a vencer el mal, sino que también sorprende por la firmeza, integridad y coherencia en su proceder. Jesús es perfectamente coherente en lo que es, dice y hace. Y esto le trae respeto y admiración por parte de los que le escuchan sorprendidos, parece que este no era el modo habitual de actuar en muchas de sus autoridades o líderes, religiosos y políticos.
Debemos ver en Jesús una inspiración y una exigencia, pues la vida del cristiano en todo lo que hace debe ser una imitación de Cristo.
I Cor.7,32-35. Una fuerte invitación nos hace San Pablo a vivir en coherencia la vocación que cada uno tiene y a ejercer la autoridad que nos implica el llamado. Habla claramente a la vivencia matrimonial, familiar y también a la vida consagrada. Y podríamos sacar, porque no, alguna consecuencia a la función pública o vida social.
Hoy mas que nunca el mundo exige no simples discursos, sino autoridad verdadera para hacer creíble nuestra tarea social - eclesial. Si yo como sacerdote, predicara el amor, la paz o la alegría y vivo siempre amargado, gruñón, sin deseo de servir o conformado con hacer lo mínimo, mi discurso difícilmente sería creído. Así tampoco se le cree al anillo en un dedo o a tu palabra dulce, si no guardas verdadera fidelidad a tu pareja. No te creería tu hijo, al educarlo o reprenderlo si te ve mentir, robar, o usar un vocabulario inapropiado. No aceptará tu corrección tu compañero de trabajo o estudio en su mediocridad o corrupción si tu esfuerzo y testimonio no es mejor que el suyo. No se le creerá al político su discurso demagógico si su función pública es corrupta, deshonesta y poco justa, equitativa o solidaria.
Recuerdo a mi difunto padre cuando alguna vez le remitió el médico a la nutricionista y no quiso volver al ver que la señora pesaba unas cuantas (muchas) libritas de más. En lo personal me cuesta creer en el cristianismo de algunos, como el señor Obama por ejemplo, si usa la autoridad que Dios y un país le han dado para asesinar a los no nacidos, con las nuevas políticas abortivas que ha aprobado. Es difícil entender que no quiera presos ni torturas en Guantánamo o soldados muriendo en la guerra en Afganistán, cosas que me parecen justas, pero si la muerte de inocentes, que no se pueden defender. Es enseñanza del Magisterio de la Iglesia: "Todo ser humano desde su concepción hasta su muerte natural, posee el derecho inviolable a la vida y merece todo el respeto debido a la persona humana". (Donum vitae 1) Parece que el hombre sigue olvidando que por encima de las leyes creadas por el hombre, hay una ley natural, que no es más que la ley eterna de Dios y que podemos conocer por nuestra razón práctica, porque Dios mismo la ha puesto en nuestro corazón. Es su sabiduría divina en nosotros.
El mundo no nos creerá al hablar de Cristo o llamarnos cristianos sino somos coherentes con su doctrina de amor.
Ojalá como nos dice el salmo 94, que escuchemos la voz del Señor y no se nos endurezca el corazón. En lo personal, sabiendo de mis grandes debilidades y recordando el tema del domingo anterior sobre la conversión le pido al Señor me ayude para asumir con autoridad la tarea que me encomienda. Que Jesús Eucaristía nos anime y fortalezca a todos.
Bendiciones. P. Daniel.